—¡Alto!Un grito furioso, parecido a un trueno, silenció todos los sonidos del lugar. La gente, sobresaltada, volteó a mirar rápidamente. Vieron a una figura erguida, caminando con un aire amenazante.El ambiente caluroso de la fiesta se enfrió en un instante. Algunas personas, con vestimentas reveladoras, no pudieron evitar estremecerse de frío.—¿Pedro?Al reconocer el rostro del recién llegado, Estrella sintió un alivio, como si hubiera visto a su salvador.—¡Así que eres tú! —Ivette lo observó detenidamente y soltó una risa burlona—. Prefieres tomar el camino al infierno en lugar del cielo. Hoy, te haré mirar cómo humillan a tu mujer delante de tus propios ojos.—¡Realmente merecen morir!Al ver a Estrella, colgada en el aire y con múltiples heridas, Pedro apretó sus puños con furia, su rostro se oscureció y un aura mortal lo envolvía. Una ira ardiente brotaba de su pecho, amenazando con hacerlo perder el control.—Pedro, ¿estás furioso? ¿Te sientes mal?—¿Y qué importa eso? Ahora
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