Cada vez que el hombre corpulento agitaba su látigo, se escuchaba un sonido agudo. Aún a la distancia, se podía oír con claridad. —¡Jajaja, bien hecho!Al presenciar esta escena, Enrique soltó una carcajada satisfecha. Pedro había humillado a todos el día anterior; hoy, ella estaba decidida a recuperar su dignidad.—Prima, tú dices que este chico es difícil de manejar, pero desde mi punto de vista, no es para tanto —comentó el hombre regordete de cara redonda con una sonrisa torcida—. ¿Mira, no es ahora un prisionero a mi merced?—Primo, este hombre es un experto en artes marciales místicas, muy poderoso. Anoche, ni siquiera toda la familia Díaz pudo detenerlo —Enrique se mostró ligeramente preocupado.—Por muy habilidoso que sea en las artes marciales, ¿acaso puede detener a mis legiones? —dijo el hombre de cara redonda con desprecio—. A lo largo de los años, nuestras fuerzas armadas han capturado a muchos expertos, y cada uno de ellos fue una figura destacada en su momento. Al fin
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