En el salón de banquetes.Al ver a Paula llegar jadeando, Leticia no pudo evitar sentirse extrañada: —Paula, ¿no dijiste que estabas esperando a una amiga? ¿Dónde está? —Tuvo un asunto de último momento, no pudo venir. Paula sonrió incómoda y añadió: —Oh, cierto prima, ¿podrías prestarme tu espejo de maquillaje? Necesito retocar mi look. —Creí que habías traído el tuyo —dijo Leticia. —El mío no es bueno, el tuyo es mucho mejor.Sin más preámbulos, Paula tomó la bolsa de Leticia y empezó a rebuscar en ella. Este comportamiento no agradó a Leticia en lo más mínimo. Su prima, realmente, se había vuelto un tanto descortés. —Gracias, prima. Tras encontrar el espejo, Paula arrojó la bolsa de vuelta y se excusó para ir al baño.En ese instante, un murmullo repentino llenó el salón de banquetes. De inmediato, Raquel entró rodeada de un séquito de admiradores. Se detuvo en el centro del salón. —Por favor, un momento de silencio, tengo algo que anunciar. Raquel levantó
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