Todos los capítulos de Obligada a casarse con el CEO moribundo.: Capítulo 81 - Capítulo 90
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81. Siento haberme marchado.
—No pensaba moverme de todas maneras… —susurró él con suavidad, como si admitir que querer quedarse en esa posición fuera un secreto que solo compartían ellos dosJulia sintió como el peso de su esposo caía sobre su cuerpo y era algo que le encantaba, tenerlo sobre ella, por un instante fue como si el tiempo hubiera retrocedido y ahora solo fueran ellos dos, como si todos los problemas se hubieran desvanecido en el contacto de sus cuerpos, mientras sus mentes se apagaron y solo su piel hablaba.Después de haber compartido ese momento de intimidad, sus labios se buscaron con una urgencia inefable. Fue un beso cargado de la pasión que solo podía nacer de la fusión de cuerpos y almas. Cada roce de sus bocas era un recordatorio de la conexión que habían experimentado, una explosión de deseo y emoción contenida.Las manos de Ciro recorrían de nuevo las curvas y contornos familiares de su esposa, como si quisieran memorizar cada detalle. El aliento entrecortado se mezclaba en el aire mient
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82. Te quiero en dos días en mi oficina.
El ardor en su mejilla era latente, sobre todo al escucharla hablarle de esa manera, sabía que Julia tenía su temperamento, pero también era una mujer muy cariñosa. Así que la mujer que estaba frente a él era una Julia completamente diferente, la forma que defendió a su hija le agrado y también lo encolerizo aún más.—¿A dónde crees que vas?— Ciro la sujeto de la muñeca volviendo a hacerla caer en la cama —¿Dime qué tanto querías al padre de esa mocosa como para querer tener un hijo con él? No lo que realmente quiero saber es ¿Quién ocupa tu corazón, con quién estás saliendo que me quieres lejos de Inglaterra? ¿Planeas darle un padre a tu hija?Ella lo miró enfurecida, estaba demasiado molesta por como se había atrevido a insultar a su hija como para tener la suficiente paciencia para soportar sus reproches o su forma de actuar y tratarla.Se liberó del agarre con un movimiento brusco de su mano y se encaró con él poniéndose muy cerca de su rostro, pero no era una provocación, era una
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83. Yo quiero un unicornio.
— Claro que sí, pequeña. Mi único deseo es pasar este día contigo. Además, te prometí que hoy te llevaría a la feria.La mañana pasó velozmente para Julia, pero no tanto para Hanna, quien no podía evitar sentir impaciencia mientras esperaba que llegara la tarde.— ¿Ya podemos ir a la feria? — preguntó la niña emocionada.— Claro, allá vamos — respondió Julia con dulzura, depositando un beso en la mejilla de Hanna mientras la abrazaba con ternura. Estar con ella tenía el poder de disipar cualquier rastro de mal humor del día anterior.— Yo quiero un unicornio — declaró Hanna nuevamente, abrazando a su madre con más fuerza y mostrando una sonrisa radiante por los besos.Julia ayudó a Hanna a vestirse y a ponerse sus flamantes zapatos nuevos con luces intermitentes, que la niña había insistido en llevar. En poco tiempo, estaban saliendo del coche y quedaron atrapadas por el resplandor de luces multicolores y la música alegre de la feria, que los envolvía a medida que se adentraban en su
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84. Mi nuevo papá.
— Puede venir, me ganó mi peluche — dijo la niña. — Pero aún tengo que decidir si puede ser novio de mi mamá.Julia se sintió extraña, sin saber cómo actuar. Aún tenía fresco en su mente lo que había ocurrido la noche anterior, las caricias que habían recorrido su piel, las reacciones de su cuerpo y el amor que todavía sentía por él. Pero también tenía claro que no quería un hombre capaz de ser tan cruel como lo había sido en el pasado. A pesar de todo, ¿qué podría pasar si pasaban un rato juntos, verdad?— Ella tiene una lista de cosas que su novio debe cumplir para ser aceptado — aseguró Julia."Una lista", pensó Ciro, apreciando la astucia de la niña, su firmeza para no dejarse sobornar fácilmente. Sin embargo, sabía que esta misma cualidad podría jugar en su contra si tenía intenciones de ganarse el corazón de su madre.— La primera condición es que lleve todos los regalos que consigas para mí en la feria — afirmó Hanna riendo, ofreciéndole el ya pesado unicornio.Luego, tomó su m
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85. Es mi pizza favorita.
Después de su conversación, Julia rodeó el coche y se acomodó en el asiento del conductor. Ese día, había decidido conducir ella misma para disfrutar de tiempo a solas con su hija. Aunque la presencia de Ciro no la incomodaba en absoluto, secretamente le agradaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.Sin dudarlo, Ciro abrió la puerta del asiento del pasajero, pero no para hablar con Julia, sino con la pequeña Hanna.—También he traído mi auto, así que iré detrás de ustedes —señaló el automóvil que estaba estacionado a unos metros—. Harás que tu madre conduzca un poco más despacio para que pueda seguirte sin tener que apresurarse.Hanna se alzó todo lo que pudo de su silla para observar el auto, luego le ofreció a Ciro una sonrisa cómplice y asintió con determinación.—Sí, yo me aseguraré de que mi mami vaya más despacio.Ciro quedó impresionado no solo por la educación de la niña, sino también por su agudeza e inteligencia a pesar de su corta edad de cuatro años. Escuchándola, se
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86. Y bien, ¿qué te trae por aquí?
—Por supuesto que me acuerdo — murmuró entre dientes Ciro, cuyo rostro iba de uno a otro, sintiendo la ira crecer en su interior hasta tal punto que habría saltado en cólera si no fuera por la pequeña Hanna, quien en ese momento capturó su atención.—Señor Ciro, ¿puede sentarme en sus piernas? Así el tío Joseph puede sentarse en mi silla.Hanna no solo deseaba que el tío Joseph se sentara con ellos, sino que también quería experimentar lo que era sentarse en las piernas de su padre, algo que había visto en la televisión.A pesar de que Ciro hubiera preferido negarse, antes de que Julia o Joseph pudieran reaccionar, ya tenía a la niña cómodamente instalada en sus piernas. Era evidente para todos que parecían padre e hija en ese momento.Joseph no pudo evitarlo. La presencia de Ciro allí y la forma en que Hanna interactuaba con él le causaron un dolor en el corazón. Aunque había intentado ganarse el afecto de la niña para acercarse a Julia, desde que Julia lo presentó como su tío, Hanna
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87. No fue por él.
Julia se sentía extraña y culpable. Había construido una amistad sincera con Joseph durante los últimos cuatro años. Él se había portado excepcionalmente bien con ella y su hija; siempre había sido un apoyo incondicional. Sin embargo, en ese momento, Joseph había provocado una situación que la incomodaba profundamente.Respiró hondo y posó su mirada sobre la de Ciro en cuanto lo escuchó hablar.— No. No fue por él, aunque sí me ayudó a marcharme sin ser interceptada por tus hombres — admitió Julia, sabiendo que la forma en que desapareció de su vida no fue la correcta, pero no podía quedarse a pesar de ser lo que más deseaba.— Me dices que no fue por él y también que es el único que ha sabido dónde has estado todos estos años.La ira de Ciro iba aumentando conforme sus sospechas sobre que el padre de la pequeña no se encontraba muerto y podría tratarse del tal Joseph. La forma en que la niña había corrido al verlo, la sonrisa en el rostro de la pequeña Hanna al verlo, ellas dos forma
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88. Firma y podrás regresar.
A la mañana siguiente, Julia se dirigió a la oficina temprano. Quería resolver cuanto antes los asuntos legales, la renovación de contrato y zanjar el proceso de divorcio antes de que Ciro regresara a América.A paso acelerado , Julia ingresó a la oficina y se dirigió hacia su escritorio. Su secretaria, Sonia, la recibió con una sonrisa amigable.— Buenos días, Julia. Tienes una agenda ocupada hoy —informó su secretaria, pasándole un archivo con algunos documentos importantes—. Aquí tienes los contratos para la revisión y firma. También he coordinado la reunión con el CEO asociado para las diez de la mañana.Julia asintió agradecida mientras tomaba los documentos y comenzaba a revisarlos. Sabía que no sería fácil, pero era necesario para cerrar ese capítulo de su vida y estar por fin tranquila.— Gracias, Sonia. Estaré lista para la reunión —respondió Julia, sintiendo un nudo en el estómago.Sonia la observó con comprensión antes de añadir con voz suave:— Sé que estos asuntos pueden
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89. No lo firmaré, y te diré el motivo.
—Voy a reformularlo. Si no me permites quedarme, me veré obligado a adquirir al menos un 40 % adicional de las acciones de esta compañía. Eso resultaría en que tu participación en la empresa se reduciría al menos a un 40 %. No es mi intención jugar este tipo de juegos contigo, pero no vacilaré en hacerlo si no me dejas otra alternativa y continúas insistiendo en que abandone Inglaterra. Como ya mencioné, tengo un fuerte compromiso con mi trabajo, y mi presencia aquí no es sin un as bajo la manga. Era consciente de que sus palabras aumentarían la tensión en Julia. Detestaba emplear este tono con ella, pero estaba dispuesto a luchar. Había hecho una promesa cuatro años atrás: si lograba encontrarla, no permitiría que escapara de nuevo de su lado.No había nadie como ese hombre para hacerla pasar de un estado a otro completamente contrario en segundos, Julia había pasado de sentirse levemente excitada, a estar confundida y ahora molesta, ese hombre convertía su estabilidad emocional en
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90. Estoy dispuesto a ser el padre de Hanna.
Julia respiró con alivio. No era realmente una sorpresa para ella, había experimentado los cambios de humor de su esposo durante su matrimonio y no le parecía tan difícil de sobrellevar una vez lo conocía. Era consciente de que había un componente hereditario en ese tipo de trastornos, pero eso no significaba automáticamente que sus descendientes fueran a heredar la bipolaridad.— Pero sabes que eso no significa que tus hijos vayan a desarrollar también este trastorno, ¿verdad? — preguntó Julia con una mirada pensativa, debatiendo internamente si debía o no compartir con Ciro la verdad que le había estado encubriendo.Las palabras de Julia hicieron que Ciro levantara su mirada y un deje de esperanza se colara en su mente. No realmente no había tenido el valor de investigar más allá, se había conformado con las palabras de su doctor es mas ni siquiera le dejó terminar cuando él se había levantado y marchado. Si se hubiera quedado, tal vez hubiera escuchado lo que ahora le decía Julia q
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