El día había sido agitado. Pero antes de que Oliver pudiera comenzar realmente a trabajar, todavía necesitaba resolver algunas cosas. Hizo una llamada y exigió la presencia de dos de sus guardaespaldas en la sede de la sociedad. Tan pronto como los hombres llegaron, Oliver bajó al sótano para hablar con sus empleados. “A partir de hoy, ustedes dos serán responsables de la seguridad de la señorita Ashley”, los hombres asintieron en silencio. “No aparten la atención de ella ni por un segundo y no permitan que nadie, excepto yo, se acerque sin su permiso”. Los hombres permanecieron en silencio. “¿Entendido?”, vociferó. “Sí”, respondió uno de ellos, “pero señor, el casino ha estado teniendo problemas. Con nuestra salida, las cosas podrían empeorar mucho allí”. Oliver sabía de qué problemas estaban hablando. Alborotadores estaban invadiendo el casino para causar disturbios, peleas e incluso robos, afectando los negocios de Oliver. Se frotó la sien, irritado porque desde el día en que s
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