En la mansión Castrioli amanecía un nuevo día, Nathanael ya se encontraba en su despacho bebiendo una taza de café y revisando algunos correos, la bolsa, noticias, de todo un pocoNathanael bajó vestido en ropa informal, unos jeans, camisa blanca y tenis blancos, como siempre se veía muy apuesto pero un poco menos aterrador— Papá, ¿la mercancía pudo llegar a tiempo con los compradores?— Si, gracias a la astucia de tu hermano que la pudo embarcar a tiempo, hace cinco horas las recibieron, el pago ya está en las cuentas de la familia, ¿tú qué haces levantado? si tú madre te ve te va a llevar a rastras a la recámara — Si, sobre eso necesito de tu ayuda— ¿Qué clase de ayuda? no le voy a llevar la contraria a tu madre desde ahora te digo, apenas está sonriendo de nuevo y me gusta verla así— Necesito que la distraigas, que la lleves a cenar, o a un fin de semana romántico, utiliza tus encantos para que deje de estar pendiente de mí, ¿podrás hacer que la atención de mamá se fije solamen
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