El corazón de Dania late acelerado, y, es posible que hasta el causante de ello lo sienta sobre el pecho.―Y ahora, ¿qué opinas sobre mí? ―preguntó Esteban, sin alejarse de ella.―Este... yo... ah, la comida se ha quemado por tu culpa. ―dice la chica y corre.―¡Dania!―Auch, se quemó por completo, por favor vete y deja que vuelva a cocinar, de lo contrario no habrá desayuno para nadie.Ella habla sin saber lo que dice, pues, la estufa ni siquiera está encendida y ella aduce que la comida se le ha echado a perder. Está nerviosa y su voz la delata, sus manos tiemblan, todo su cuerpo tiembla y sus labios aún siguen adormecidos por el largo beso que han recibido.―Dejaré que te recompongas unos minutos, te espero en la sala para que me digas de qué se trata ese asunto tan importante.Por favor no tardes en llegar, en una hora saldré con mi comando y no quiero dejar pendientes por resolver.―No vayas, te lo suplico, no vayas si no quieres salir lastimado.―De qué hablas.―Perdón, alcancé a
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