Curthwulf piloteaba tan rápido como podía, pero, incluso así sentía que estaba tardando una eternidad. Mientras Charlotte luchaba por no perder a alguno de sus hijos, Curthwulf limpiaba sus ojos cada minuto por la acumulación de lágrimas.— Debes estar bien, cariño. Dios mío, sé que no hablo contigo muy seguido, pero, por favor, ayúdame. Te pido perdón si en algún momento fui codicioso al desear una humana que nunca tenía pensado transformar.>> Pero, señor, castígame a mí, no a ella. Si hay alguien que debe morir, deja que sea yo. No le hagas nada a ellos. Por favor, te lo suplico. — dice Curthwulf llorando mientras su corazón sufre de tal manera que agoniza.Curthwulf llega con el sol a Italia y sin intenciones de perder el tiempo, aterriza de inmediato, dejando todo encendido y bajando de la avioneta, rumbo al castillo. Jay, ya lo espera y al igual que su jefe, están desesperados. Con solo verlos se nota— ¿Cómo esta ella y los bebés? — pregunta Curthwulf en un hilo de voz.— No te
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