—La noche paso muy lenta para mí, después de la desenfrenada y apasionada sesión de sexo que tuvimos en el bar, no me ayudo para nada con este sentimiento de vacio, que no desaparecía, no pude dormir ni un poco, talvez fue por la compañía, ya que me traje a la niña de rostro inocente o porque nos quedamos en un hotel. La verdad no sé, la traje conmigo por compañía, no quería estar sola y tampoco interrumpir a Isa en su orgia. Un ruido en la habitación de al lado hizo que me levantara, en verdad no estaba de humor para escuchar gemir a nadie, decidí irme al balcón a fumar y tratar de distraerme —¿Eres virgen, pequeño? — No soy pequeño, ya cumplí 22 años y si soy virgen ¿Algún problema? Mi voz salía irreconocible ¿Estaba borracho? —Ninguno precioso, es más esta noche no pagaras por el placer, debería ser yo la que te pague por darme este gran regalo —¿Esa voz? No, no, debo de estar alucinando, es imposible que Oscar este en este hotel con alguien, es tan inocente que no se atrevería
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