Rosalie pasó la primera noche pensando en François, en lo cerca que estaba. El último hombre que ella había cuidado de esa manera había sido Duncan, su marido. Rosalie cerró los ojos, consciente del dolor en su corazón... Sólo tenía que pensar en Duncan, que sentía que se estaba ahogando, y nadie la salvaría. La mujer se levantó, y fue a arreglarse para el trabajo. Los días pasaron, mientras ella evitaba totalmente a François, saliendo temprano y llegando tarde. Ella dejó que François se recuperara a su tiempo, en su casa. [...] En el sexto día, Rosalie nuevamente llegó tarde del trabajo, en el momento en que Rosalie atravesó la sala ella paralizó. Y oyó un sonido que no había oído en mucho tiempo... Era el sonido de la risa de Bastien... Se volvió hacia el sonido, caminando hacia la cocina. Cuando la mujer apareció en la entrada, se encontró con su hijo sentado en una silla, cerca de la mesa. François estaba cerca de él, cocinando algo mientras ambos se reían y hablaban
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