Estos últimos días a lado de Ariel, las circunstancias y el juego de nuestras vidas comenzaba a cambiar considerablemente, me trataba más que a una reina y mucho mejor que a uno de sus autos deportivos de lujo, debido a que notaba como Ariel se encariñaba con sus autos y la manera atenta y cuidadosa con que los trataba, muestra de ello fue cuando comenzamos a desarmar el primer auto, su corazón latía tan fuerte que en cada vez que removía una pieza del mismo, le pedía disculpas al auto por sustraer una de sus partes, sinceramente fue una de las cosas más tiernas que me ha tocado observar y escuchar de un hombre, lo que me hizo pensar y preguntarme en mi interior ¿Si así es con un auto, como será con una mujer al momento de creer que la ha lastimado? Lo cierto es que después de todo esto parecía un juego de ases y reyes de por medio, aunque David era el rey de picas negras, Ariel sin duda era el rey de corazones rojos y negros, porque por momentos su naturaleza oscura se hacía present
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