Astrid le había soltado la bomba en el hospital, justo después de enterarse de que él había recuperado la memoria. Le dijo que quería el divorcio, que no podía seguir con él. Él se quedó atónito, sin poder creer lo que oía. ¿Cómo podía abandonarlo así, después de tantos años juntos?Él sabía que el divorcio no era una opción, que su corazón se lo prohibía. Pero también sabía que Astrid podía escaparse de él, volver a la casa de sus padres, donde la acogerían con los brazos abiertos. Podía llevárselo todo, incluso a su hijo pequeño.Tuvo que quedarse en el hospital unas horas más, esperando que le dieran el alta. Estaba nervioso, angustiado, desesperado por salir y buscar a su esposa. Quizás podía convencerla de que se quedara, de que le diera otra oportunidad.Pero cuando llegó a su casa, se encontró con lo que temía. Astrid se había ido, dejando solo una nota en la que le decía que lo sentía, pero que no podía seguir viviendo con él. Había cogido una maleta y a Klas, y se había march
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