—Clara, ¿qué estás diciendo, dime?Fernando quedó claramente atónito por las palabras expresadas por Clara, mirándola estupefacto. —En ese momento, la situación era muy caótica. Los delincuentes nos atacaron de repente, y yo estaba ocupada protegiendo a Luz, sin poder defenderme. Esos delincuentes eran hábiles, y muy sagaces, incluso nuestros guardaespaldas no pudieron detenerlos...Clara recordó cómo Alejandro se interpuso frente a ella, recibiendo un fuerte golpe en la cabeza con un bastón. Su mirada se entristeció al instante, su voz se volvió ronca por la opresión en su pecho. —En un momento crítico, el Señor Hernández salió corriendo para protegerme. Si no fuera por él, la persona que habría estado dentro, siendo rescatada, hubiera sido yo. —¡Abuelo...! todo esto es culpa mía. Fui lenta en reaccionar. Golpéame, regáñame. Esta vez, le debo a Alejandro mi vida. Julio, al ver a su hija tan humilde por el bien del joven de la familia Hernández, sintió un gran dolor en el corazón qu
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