—¡No, no es cierto! —Sofía negó rápidamente con la mano—. Él no me prometió nada y yo no le he ayudado.Al escuchar esto, Noa arqueó una ceja:—¿De verdad? Entonces, muéstrame tu teléfono.Sofía vaciló, ...Al ver que no respondía, Noa se rio y bromeó:—¿Qué pasa? Me dijiste que no le ayudaste. ¿No puedes mostrarme tu teléfono?—No es que no pueda, es solo que tengo muchos contactos aburridos en mi teléfono que a menudo me envían todo tipo de mensajes extraños, incluso algunos inapropiados que no puedo ver. Así que mejor no mires, para que no te sangren los ojos.—Oh, ya veo…—Sí, eso es.Noa agarró el hombro de Sofía y habló seriamente:—Si alguien te envía mensajes extraños y desagradables, entonces debería echarles un vistazo. Como buena amiga, estoy dispuesta a ayudarte a lidiar con eso, ¿verdad?La expresión de Sofía se torció ligeramente:—No, no es necesario.—No seas modesta, Sofía. ¿No somos buenas amigas? Para mí, esto es solo un pequeño gesto y, además, ¿acaso no me consider
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