Piero golpeaba los dedos, ansioso, sobre el volante de su auto mientras esperaba que Nerea regresara. Odiaba estar sentado allí sin hacer nada más que observar. Debería haberla acompañado al departamento de Vittoria, pero entendía que su presencia solo podía interferir en el comportamiento de la madre de Alba.Cuando Nerea le había contado su plan, Piero no se había mostrado de acuerdo. Ir a ver a Vittoria sonaba arriesgado. No la conocían de verdad y mucho menos tenían certeza de lo que era capaz. Incluso si Nerea era capaz de defenderse, era imposible no preocuparse por su seguridad.Debió sospechar que ella ya había considerado todo, cuando algo se le metía en la cabeza, no había poder humano que le hiciera cambiar de opinión. Nerea había contactado a su padre y Piero no había podido rebatir más una vez que Giovanni aceptó acompañarla.Después de lo que le pareció una eternidad, vio a Nerea abandonar el edificio junto a su padre. Ambos se dirigieron al auto de este último y hablaro
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