Con su equipaje personal en brazos, Talia caminaba por el pasillo de la empresa, ensimismada.A su alrededor, sus colegas le lanzaron distintas miradas, algunas despectivas, algunas desdeñosas, algunas burlonas, y otras incluso con ganas de aplaudir porque se sentían felices.Sin embargo, nadie se compadeció.Al bajar las escaleras, Lucía la rozó. Ella se quedó helada, recordando en trance que una semana antes de que se la llevara la policía, también había tomado esta escalera y se había encontrado con Talia en esta misma posición.En solo una semana, sus papeles se intercambiaron y todo cambió mucho.Lucía asintió con la cabeza torpemente, incapaz de reír. Cuando estaba a punto de pasar por el lado de Talia, se encontró de repente con sus ojos llenos de odio.Lucía se sintió un poco incómoda.Pero esta vez, cuando Talia la miró fijamente, además de odio, había un poco de miedo en sus ojos.¿Miedo...?Lucía no pudo entenderlo por un rato.Cuando intentó mirarla de nuevo, Talia ya había
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