Teo López atravesó la multitud y aplaudió para felicitar.—¡Teo, también estás aquí! —asintió Lucía García en señal de saludo—¿Y Lynn, dónde está?—Ay, Lynn también es una adicta al trabajo, todavía está en la oficina haciendo horas extras —dijo Teo con una sonrisa forzada mientras negaba con la cabeza.—¿Oye, Polo, el mundo ha cambiado? Las mujeres son independientes y capaces, ¿acaso nosotros, los hombres, vamos a depender de ellas?—¡La dependencia no es tan mala! —respondió Polo, sonriendo con picardía. Sus ojos reflejaban una luz traviesa. Levantó la mano de Lucía. En su mano, el anillo brillaba deslumbrante, que resultó muy hermoso.—Mira, ya he pagado el anticipo.— dijo Polo con orgullo—¡A partir de ahora, Lucía será mi inversión a largo plazo!Teo lo miró con desprecio y dijo, —Hablas de manera tan elevada y elegante.—Está bien, entonces diré algo no elevado. —respondió Polo Juárez.La sonrisa en el rostro de Polo se fue desapareciendo gradualmente, revelando una mirada profun
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