Gritó de miedo, lo sangre há desaparecido de su cara. Al ver que no había ninguna enfermera cerca, se apresuró a salir de la habitación y pronto regresó con el equipo.Realizaron los primeros procedimientos, pero yo seguía sin poder respirar, la cara me ardía, la garganta se me cerraba mientras el oxígeno me abandonaba y me quitaba la vida.— Ya había tenido esto cuando era niña.Oigo a Tomas hablando con el equipo.— ¡Trae una petarda, rápido!Exigió el médico, y la enfermera salió corriendo. El primo Tomás me abrazó, apretando su pecho contra el mío, como hacía mamá cuando yo tenía un ataque.— Respira conmigo.Y empezó a inhalar y exhalar para que yo le siguiera, hizo unas cuatro secuencias, sin embargo, cada vez que recordaba que estaba embarazada todo empeoraba.La enfermera volvió rápidamente y me puso la bomba en la boca. Segundos después sentí que el aire volvía a circular, devolviéndome a la cruda realidad.Por fin pude llorar a voluntad, el dolor de mi corazón expulsado con
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