Nancy estaba a un lado, con el rostro desencajado y los ojos rojos de tanto llorar. Parecía estar a punto de un colapso nervioso. Me acerqué a ella con cuidado, intentando no asustarla más de lo que ya estaba.—Nancy, cálmate. Voy a ver a Nick y te diré cómo está en cuanto pueda, ¿de acuerdo?Ella asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Al lado de Nancy, su madre, con el rostro igual de preocupado, me dedicó una sonrisa débil. Me sostuvo la mejilla con cariño y susurró:—Él te necesita, Emma.Le tomé la mano, tratando de transmitirle algo de tranquilidad.—Si quiere, puede ir a casa. Yo me quedaré a cuidar de su hijo.Ella dudó un momento antes de asentir, sus ojos llenos de gratitud.—Gracias, hija.La doctora apareció en ese momento y me hizo un gesto para que la siguiera. Le di una última mirada a Nancy antes de alejarme. Sabía que no dejaría a su hermano en ese estado, así que no insistí.Mientras caminábamos hacia el ascensor, la doctora me explicó la situación.—Él llegó co
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