Arwen Simones: Amaneció un día perfecto, despejado y soleado, mi vestido era color marfil con corte imperial para que el área de mi vientre estuviera despejada ya que con solo cuatro meses de embarazo tengo una panza muy pronunciada. Cuando inicié mi caminata al altar, escoltada por los gemelos, puse mi mirada en el lugar donde me esperaba Aiden y cumplió totalmente con lo que siempre había soñado, no quité mi vista de su hermoso rostro, me enganché a sus ojos grises en los que me sumergí mientras avanzaba hacia él, sintiendo todo el amor que me transmitían. Agradecí que cada uno de mis cuñados me sujetaba por un brazo porque sentía que mis rodillas estaban fallándome, mi corazón se desbocó y no podía evitar el temblor en mis manos, tenía dificultad para respirar y Everett me detuvo un momento y me dijo al oído: –Tranquila cuñadita, respira conmigo. Volví a ver a Aiden y su expresión era de preocupación, por lo que traté de sonreírle y continué caminando, no entendía p
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