Eva NorthMis ojos fueron lo primero que sentí que cambió. El ardor en ellos mientras mi cuerpo absorbía las propiedades de la planta que el hechicero me dio para tener más fuerza, pues me hizo arder los ojos como si me hubiesen lanzado ácido sobre ellos. LLoré, grité, pataleé y rogué porque se detuviera, pero nadie acudió a mi ayuda mientras mi cuerpo poco a poco se desmoronaba. Había entrenado por semanas antes de siquiera pensar en tomar aquella planta, pero cuando llegó la hora, creí estar lista y al final rogué porque terminara, porque no se suponía que debía ser así. Según Freya, esas cosas no sucedía y mucho menos cambiaban los ojos de color. Ni siquiera tuve fuerzas para correr hacia un espejo y mirarme, pero cuando lo hice me quedé pasmada, mis extremidades no funcionaron y terminé desmayándome. Porque creí que ya no era yo misma, porque creí que me habían transformado en algo más. Pero no fue así, seguía siendo una humana, solo que ahora una planta me ayudaba a mejorar
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