Belinda lo miró entonces, sus ojos marrones fundiéndose en su verde, y se dio cuenta de que estaba clarísimo. El día que la dejó entrar en su mundo, esas garantías comenzaron a manifestarse.De repente, no podía esperar a pasar el ensayo, la cena y la ceremonia de mañana. No podía esperar para decirle, frente al mundo como lo conocían, que la amaba sin lugar a dudas.—¿Por qué estás tan sonriente?— Belinda susurró en el oído de Edmond unas horas más tarde mientras se sentaban en la mesa puesta en su patio trasero, rodeados de amigos y familiares. —Espera, déjame adivinar … ¿finalmente encontraste las notas para ese horrible brindis que Ernest está decidido a darnos y las tiraste por el retrete?——Ojalá—, se rió Edmond.—¡Chicos, lavad los platos sucios!— Ariana anunció mientras se levantaba y se alejaba de la mesa.En su anuncio, Ernest repentinamente tuvo un brote de diarrea y tuvo que permanecer tranquilo, Jayden tenía un millón y uno de cortes de papel que no le permitían sumergir
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