El rostro de Nastia no luce muy amigable y no entiendo porque tiene esa actitud si ella y yo no tenemos nada en lo absoluto. Se ve enojada, pero si soy sincero, realmente no me importa, como lo dije desde un principio, nunca le prometí nada, de hecho, le deje las cosas claras qué sería solo sexo ya qué desde que me engañaron, jamás volví a creer en el amor. Respeto al sexo femenino, no generalizo, pero jamás vuelvo abrir la puerta de mi corazón para que me hieran. Duele, cuando el sentimiento es real y yo moría por esa mujer.—¿Nastia qué estás haciendo aquí? —tantos restaurantes y vengo a dar aquí y más ella, que hace madrugando, son las once de la mañana, pero para esta mujer es madrugar.—Eso mismo te pregunto yo a ti, y más con esta mujer que según ella, dice que es tu prometida. Miro a Rachel qué baja la cabeza apenada. Y no debería sentirse así porque es la verdad.—¿Y si eso fuera así que?—ella abre la boca sorprendida, actuando ofendida, miro a todos lados, las personas aq
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