Por la tarde, salgo de mi casa seguido de Keyaan. La entrega de armas es para esta noche. Arranco el coche y conduzco rápido. Estaba previsto que Kaysan viniera con nosotros, pero prefiero que se quede conmigo. Debe descansar y vigilar a Syra.— Keyaan, te quedarás en el auto. Le digo _¿— Qué? Dijo sorprendido. ¿Pero por qué?— Nunca se sabe lo que puede pasar. Yo digo Tomarás mi lugar y te irás a casa si las cosas van mal. ¿Vale, Keyan?Iba a replicar, pero detuve el auto.— Si no me obedeces, sal de mi auto. Le digo _Él suspira, pero se sienta correctamente, así que reinicio el auto. Salga bien o no este caso, no me arriesgaría a poner en peligro la vida de mi hermano.Después de unos minutos, llego al punto de encuentro. Aparco el coche y me aseguro de que mi hermano se ponga al volante. Le entrego un arma por si acaso, luego cierro la puerta. Camino hacia la luz que hacen los faros del camión de carga. Una horda de hombres se para frente a mí. Y, por supuesto, mis hombres están
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