Estoy de pie afuera de la habitación de papá en el hospital, rezando y esperando que mejore.—¿Mamá, papá va a estar bien?—Pregunto con lágrimas corriendo por mi rostro.—Sí, cariño, todo lo que tenemos que hacer es orar y esperar lo mejor. Niña, ya no tienes que llorar más, papá va a estar bien—dice mamá, levantándome del suelo y colocándome en su cadera mientras me abraza cerca de ella.—¿Por qué llora mio angioletto (mi angelito)?—Dice mi tío Carlos.—¡Tío Carlos!—digo rápidamente bajándome de la cadera de mamá.
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