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Capítulo 31: Cólera.
Emiliano observó su computador abierto. Un nuevo correo había entrado.Era de parte de Massiel.Sus ojos se atestaron de luz, pudo respirar con más tranquilidad; un peso fue retirado de sus hombros.Profundamente entusiasmado, empezó a leer aquel correo.La sonrisa del hombre fue decayendo a medida que leía. De pronto, él se transformó en escombros.«Pensé que eras distinto, ahora veo que eres distinto, eres peor».La angustia fue arropando el corazón de Emiliano a medida que leía aquel mensaje.—¡No, Massiel! ¡¿De qué hablas?!«Emiliano Johnson, has desaparecido de mi vida para siempre desde este preciso instante; eres nadie, eres nada».Él se quebró. Como un plato de cristal arrojado de un precipicio, él se quebró.Las lágrimas se transformaron en una segunda piel. Una mezcla de cólera e impotencia le obstruyó la respiración. Ni siquiera sabía qué estaba ocurriendo, ni siquiera comprendía como en un parpadeo se había convertido en nada para Massiel. Estaba al tanto de que no tenía a
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Capítulo 32: Suspiros rotos.
Un fuerte golpe colisionó contra el rostro de Timothy, tan fuerte que su nariz casi fue quebrada. Un bramido se escapó al unísono. Emiliano golpeó de nuevo al hombre, empleando todo su vigor. El cólera le desfiguró el rostro. Timothy había hecho todo aquello a propósito. La había expuesto como a un objeto, con el único propósito de desatar furia e impotencia en él. Los ojos del Johnson se atiborraron de fuego: lo había conseguido. En él había despertado una vigorosa furia que le llevaba a embestir su rostro sin alguna clemencia. Elevó una vez más su puño, prestándole una importancia nula a la sangre esparcida en sus manos. Jamás en su vida había experimentado una furia que se le pareciera. Timothy pateó a Emiliano en el estómago, arrancándole la respiración por momentos, pero aquello no fue suficiente para mermar los golpes del colérico hombre. —¡Eres un maldito enfermo! —chilló la gruesa y desenfrenada voz de Emiliano—. ¡Maldito asqueroso! ¡Acabaré contigo! —¡Puedes golpearme tod
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Capítulo 33: Clientes.
No había maquillaje suficiente que pudiera ocultar las lágrimas tatuadas en sus mejillas. Ella había llorado hasta quedar dormida en la puerta de su casa, se había desvanecido entre pensamientos de los que Emiliano era el único protagonista. La noche había caído con violencia. Él se había llevado el día, dejándola sumergida en oscuridad. Le había tomado demasiado tiempo recomponerse de las palabras de su antiguo jefe. Escuchar su confesión cruda y explicita de amor, le había arrancado el aire, el vigor, aún así, había ido a trabajar aquel día, pues se rehusaba a dejarles su último sueldo, aunque, en aquella situación, ella se arrepintió, pues para lo único con lo que contaba energías, era para dormir y llorar por él. Massiel dejó el bloc de notas a un lado, secando el sudor de su frente. Su negación para usar el dinero de Timothy era una razón más por la que no podía permitirse faltar a su trabajo, aunque se había dicho a sí misma que solo podría resistir por tres días más. —Regresa
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Capítulo 34: Visita inesperada.
Inés fue incapaz de contenerse. Una pequeña risa se marcó en sus labios.—No fue buena idea haber venido aquí —murmuró la elegante mujer, segura de que Massiel era capaz de escucharla; la falta de respuesta de Emiliano, generó tensión en ella, así que decidió actuar como si nada se encontrara ocurriendo—. Ordenaremos algo ligero. ⸺La larga uña de Inés buscó una comida en el menú, la señaló y se la ofreció a Massiel⸺. Esto queremos.La burla en los ojos de Inés, despertó en Massiel el casi incontrolable anhelo de golpearla, pero, en cambio, lo único que hizo fue dedicarle a ambos, un asentimiento suave, retirándose de allí con rapidez, pasando por alto la profunda mirada de Emiliano, que gritaba aquello que sus labios encontraban incapaces de decir una vez más.La rubia le entregó la orden a un cocinero, que le aseguró que en veinte minutos estaría listo.Tras esto, Massiel decidió recostarse de una pared, puesto que se encontraba lo suficientemente exhausta como para no querer ver a a
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