–Mami, Jacob ya llegó –gritó Angelo. –No nos apresures, Angelo –le gritó su hermana que estaba en el dormitorio conmigo. –Cielo, ya no podemos hacer nada más, Jacob ya está aquí y la reservación es a las ocho. –Está bien, está bien –suspiró –. ¡Espera! –¿Qué? –Solo te colocó algo de brillo. Volvió con un poco de brillo en lo que me acomodaba el vestido, es nuestro tercer aniversario de bodas y es el más abrumador aniversario, no por el festejo, sino porque debo decirle algo a Jacob, que no quiero hacerlo. –Ya está –contestó. –Tal vez necesito otro peinado –mencioné. –No mamá, ya debes irte. Era la primera noche que no quería salir con Jacob. El corazón me estaba latiendo con fuerza y las manos me temblaban, Alice se dio cuenta de mi indecisión y me tomó las manos con las suyas que estaban cálidas y suaves. –Todo va a salir bien, mamá, creéme. Tenía esa mirada tan suave y tierna, mi hija es una buena niña, recuerdo el día que nació, la había pasado muy mal en el embarazo, p
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