Alessio—Bien, leamos los acuerdos prenupciales —le dije a Amaya, Hiro y Hiroshi, quienes estaban con dos abogados—. En el mío se explica que, en caso de separación, ella recibiría una pensión de un millón de dólares por año, en caso de mi muerte, tendrá exactamente la misma cantidad y en caso de tener hijos, estos recibirán una cuota alta y serán los herederos de la fortuna Milano, del resto, ella no puede hacer reclamo de nada de mis propiedades, exceptos las estipuladas en el documento, unas que serán un regalo para ella.—¿Por qué hay un acuerdo de separación? —preguntó Hiroshi con el ceño fruncido.—Porque en eso se basan los acuerdos prenupciales, ¿no? —respondí a modo de broma.—Sí, pero es algo supeditado…—Pero es algo real que hasta tú mismo mandaste a redactar —acusé.—Bien, en el que se redactó, en caso de separación, se te dará unos de los almacenes que está a nombre de Amaya, así como uno
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