Ella se apartó de su regazo, se arrodilló entre sus piernas en el suelo. Observó sus movimientos con obsesión. Los lados de su boca bromearon. Su ceja oscura se elevó con interés.Con una sonrisa de complicidad, Salvatore preguntó con voz ronca:—¿Qué es esto, angelo?La irritación del hombre, notó con ironía, claramente había dado paso a la anticipación. En asuntos relacionados con el placer, al menos, los hombres eran criaturas simples.—Esto — dijo mientras le desabrochaba lentamente los pantalones— Es tu recompensaSalvatore sonrió como el diablo.—Señor— le recordó, la corrigió— Esta es su recompensa, señor.Ella se rió entre dientes.—Esta es su recompensa, señor.Salvatore la ayudó a bajarle los pantalones, seguido
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