Daniel sonrió con suficiencia, al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Lilly, y como ese era su plan, se alegró de que funcionara. No perdió el tiempo y rápidamente la estrechó entre sus brazos y cerró los ojos, inhalando su familiar aroma. —Te he echado de menos—, le dijo, besándole la cabeza antes de separarse. —Yo también te he echado de menos. Dios, ¿por qué no me dijiste que venías?—. preguntó Lilly, dándole un ligero puñetazo en el brazo. Él se rió entre dientes. —Quería darte una sorpresa—, dijo al entrar y cerrar la puerta tras de sí. —Eso sí que lo has hecho—, dijo ella, observando cómo sus ojos bajaban hasta su abdomen. Su sonrisa era amplia mientras se inclinaba y le sujetaba la cintura. —¿Así que estás embarazada de verdad? Realmente hay una personita ahí dentro—, dijo con asombro, besando suavemente su estómago. —Bueno, aún no sé si es una personita, pero esto está ocurriendo de verdad, cariño—, dijo ella, acariciando con las manos la
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