No he dormido nada, y ya es hora de irme a trabajar, a regañadientes me baño y me visto, al bajar, pregunto a mi única empleada, Rosa, a quien recontraté hace ya varios años, después de descubrir la verdad. —Rosita, buenos días, mi amigo, Ethan, ¿ya se fue? —Oh, si, el señor salió muy temprano, dijo que debía ir a su hotel a cambiarse, pero le dejó dicho que recuerde que aún tiene muchas cosas que contarle. —¡Ja!, ¡ese Ethan! —Señor, ¿va a desayunar? —Solo café, por favor, no quiero llegar tarde. Una vez en la oficina, me centro en varios pendientes que dejé el día de ayer, mi secretaria, como siempre se pone la diez, y me ayuda en todo, recibo algunos clientes muy importantes para cerrar el trato de la creación de algunos hoteles en la zona turística de la ciudad, y al terminar me centro en seguir trabajando. —¿Acaso los empresarios exitosos no almuerzan? —Alguien dice, levanto la vista y es Ava, quien tiene la cara asomada por la puerta. —Hermana, que gusto, pasa
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