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Todos los capítulos de La villa no quiere morir: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Un nuevo Conde
Flores y gritos de júbilos, exaltaciones y dedicaciones de cantos y celebración se escuchaba en el desfile de bienvenida para todos aquellos que volvíamos de la guerra, todo era un sin fin de júbilo de y de felicidad, si supiera cuantos soldados no habían muerto en esta guerra, si supieran como dejamos aquella ciudad en donde la única sobrevienta es de la familia real, había sido una pequeña princesa de apenas unos años más allá de la mayoría edad, creo que tenía los mismos que mi prometida, ella estaba viva solo por el hecho de que el emperador la casaría con alguien de aquí, con aquel que le fuese lo suficiente fiel y le fuese no más que un vasallo para que tomara el liderazgo de aquel reino y así por medio del matrimonio unirlo a la familia real, no había nada más que hiciera aquella chica que ahora estaba cubierta con una capa y tenía la cabeza gacha. Diría que sería la futura esposa del príncipe, pero esta había indicado claramente que no se casaria con ella, que no la amaba, i
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El gran escape
--No puedo creerlo, escapamos como viles delincuentes, no asistió al baile de bienvenida, ese era importante, su madre había gastado una fortuna en vestidos, sin contar con el hecho de que planeaba hacer un peinado hermoso en su largo cabello, incluso había pensado en hacer alguna mascarilla para terminar de prepararla, yo… —Ay, por favor ya basta, deja de quejarte, de haber sabido que te quejarías, te hubiese dejado en la mansión…—Note la mirada llena de indignación de parte de Anya, pero solo la ignore y observe hacia la ventana del carruaje y note el oscuro camino que se mostraba ante nosotros. No lo iba a negar escapar de esa manera no es que me agrade mucho, pero a mal tiempo buena cara, no tenía muchas opciones, porque asistir al baile de bienvenida que la corana ofrecía al Duque, eso era más que improbable, no estaba dispuesta a estar presente en el lugar, cuando el templo presentara a Brihana, tampoco cuando el Duque se presentara ante el rey y mucho menos estaba dispuesta a
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Juramento de sangre
Horror, aquello fue lo que sentí, cuando entre en la habitación de Elizabeth y observe aquel vestido que había elegido para ella completamente rasgado y lleno de sangre, a su lado había uno sencillo, tenía flores y parecía estar intacto, no sabía que significaba aquello, no sabía de qué trataba, además del hecho de que justamente ahora ella no parecía en ningún lugar, ¿Qué significaba aquel mensaje? ¿Qué significaba el hecho de haber destrozado el vestido? ¿De haberse lastimado mientras lo hacía? Conocía muy bien el color de la sangre, conocía muy bien las heridas que cargaba sus pequeñas manos, aquellas que estaba envuelta en una final tela, seguramente curadas por Anya y conocía muy bien a esta mujer, a esta hermosa mujer, su rostro precioso y sus bellos ojos estaba tan hermosa, casi dos años sin verla y no hay duda que había cambiado demasiado, ahora era más mujer, se veía preciosa, más¿Cómo decirlo? ¿Mujer? Seguramente era aquello, sin duda alguna un hada en persona, Elizabeth ha
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Promesa de Hermano
—Se ve tan hermosa, tan preciosa, sin duda el nuevo vestido le queda aún más hermoso, hace que lo sencillo se convierta en algo extraordinario, en algo digno de admirar…—Observe a Anya como si la quisiera matar ahora mismo, mientras esta hizo un gesto como quien me indicaba que dejara de quejarme y solo me diera al dolor que ella no tenía culpa.—Sí, si, si, qué linda, qué hermosa… Carajo que mal humor…—Esa boca… Eres la futura Duquesa y debes comportarte como tal, es hora de dejar esas bromitas las palabras extrañas y esas travesuras tuyas, sin contar que debes dejar esa horrible cosa de ser tan excéntrica, deja de amar más el oro y las joyas que las personas por favor…—Hice una mueca de disgusto ante lo último, esta mujer está loca, ¿Cómo voy a dejar de lado a mis precisos? No importa cuánto tiempo llevé en este mundo siempre me deslumbraré ante un vestido caro, oro y joyas, soy demasiado esnob, y así moriré. —Eso nunca, si hago cualquiera de esas cosas perderé mi flamante persona
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La llegada de la princesa
—He de bendecir a la pareja Ducal y con ello presentar a Vincent Maquelssy y su esposa la Duquesa Elizabeth Maquelssy, celebrad todos…—Los aplausos se escucharon en todo el lugar, mientras yo no dejaba de sentir mi corazón latir con locura, el sujeto mi mano con fuerza luego de aquellas palabras, y yo estaba llena de pavor, más cuando el Duque camino conmigo del brazo hacia el mar de personas que no dejan de felicitarnos, de alabarnos por nuestra boda. Habían tantas personas, tantas que no conocía, la verdad es que mi círculo social en estos dos años había disminuido a nulo, mi madre hacia una que otra fiesta de té, para no perder el honor de la familia, pero la verdad era que yo tenía memoria de pollo, pues no recordaba a nadie, absolutamente nadie, en las fiestas los observaba como recién conocidos, y la verdad es que no me importaba conocerlos, a la única que tenía como mi amiga segura era a Johana, de resto todas eran no más que envidiosas y personas malignas que buscaban la mane
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El enojo del duque
Mis ojos se llenaron de lágrimas, no puede evitarlo, las palabras del hombre, no dejaban de resonar en mi cabeza, tanto así que mi garre hacia el Duque se había liberado de tal manera que por poco envío mi mano hacia mi pecho, esto dolía, dolía mucho, quería llorar, quería maldecir, quería ir contra ese jodido hombre y golpearlo hasta que ya no pudiese más ¿Cómo puede hacer algo así en la vida? ¿Cómo puede ofrecer una concubina en una boda sin más? ¿Qué clase descaro es este? ¿Qué no se supone que son sacerdotes o no sé qué carajos? ¿Qué no se supone que ellos ven por el templo? ¿No tiene piedad de una mujer que solo está recién casada? ¿Por qué hacer esto el día de mi boda frente a mis invitados? Así de malas son con las personas, así de crueles, no podía creerlo, simplemente no podía, escuchaba los susurros, las palabras de las personas escandalizadas y puede ver su rostro, ella estaba satisfecha, a ella le agradaba esto, quería esa atención, no solo le estaban ofreciendo el amor de
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La primera noche
Un silencio abarcó el lugar, Vincent tomo mi mano y le dio un leve beso en el dorso de mi mano, en lo que se escuchó un sinfín de aplausos y sin más la música se escuchó en todo el lugar, y yo podría jurar que la felicidad recorría por todo el lugar, esto era digno de alagar, él acababa prácticamente de amenazarlos, de hacer una promesa muy ´peligrosa, la verdad es que yo estaba tan impresionada, tan sorprendida, que solo deje que este me guiara de nuevo hacia la mesa en la que se supone que nos sentaríamos para iniciar el banquete y sin más los invitados nos acompañaron, todo había sido un desastre completo, puedo jurar que estaba a punto de volverme loca, más cuando los invitados hablaban y actuaban como si nada hubiese ocurrido en el lugar, carajo, Vincent por poco asesinaba a un hombre y no cualquiera a un hombre del templo, por eso mientras las personas hablaban entre sí y note que Vincent tomaba mi comida y cortaba mi carne con dedicación, algo que me pareció no lo negaré jodida
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El banquete de Darvin
El búho llegó a la ventana y yo solo me levante de la cama, mientras note como ella daba un pequeño gemido de inconformidad al sentir mi calor alejarse un poco, por lo que le di una leve caricia a su cabello rojizo y un beso en la frente para cubrir su desnudez con la sabana y dejarla completamente reconfortada en aquella cama, sabía que esto era justamente lo que estaba esperando, sabía que la nota que recibiría esta noche era justo lo que llegaría, solo que espere a que mi tío esperara siquiera a que fuese de día, que tuviese la desencia de no invitarme al castillo muy temprano en madrugada, al parecer olvide lo delicado que puede ser él, cuándo se trata de ese jodido templo, por esa razón me acerque a la ventana y levante el brazo para que búho se posara en mi brazo y sin más solo retire el papel doblado en su pata y sin más el ave se alejó, siempre tan molesto.Su majestad el Duque, he solicitado una visita inmediata, te envió este mensaje, pues lo que debemos hablar no puede ser
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La Duquesa y Señora de la mansión.
Me encantaría decir que la mañana se mostraba en todo su esplendor, que yo estaba más que encantada con la situación y que la vida me daba un nuevo rumbo, pero no era así, estaba aquí abriendo mis ojos con un hombre a mi lado, no era como esas borracheras en las que te levantas con desconocido, no, claro que no, estaba con nada más y nada menos que mi esposo, aquel hombre de belleza admirable y digna de enloquecer a la más orgullosa de la mujer, digna de ser admirada, aquel que tenía sus ojos cerrados y se veía tan tranquilo, mientras yo no podía creer lo que había pasado, no podía asimilar nada de lo que ocurrió anoche, pues él y yo habíamos estado juntos, juntos de juntos, juntos de uno solo, juntos como de qué locura, si locura, porque era una locura, era cierto que era mi esposo.Era cierto que nos llevamos muchos mejor de lo que mencionaba la historia original, aquel libro caótico y terriblemente mal escrito, pero no logro comprender, no logro asimilar el hecho de que el ahora es
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El apoyo de un esposo leal
El silencio había abarcado por completo el lugar, tal vez nadie podía creer mis palabras, pero ya estaban dichas y yo tenía una clara expresión que no estaba para nada arrepentida de decirla, es más esta era la clara muestra de que estaba molesta, que esto no se quedaría así, por lo que cuando note que la mujer estaba dispuesta a seguir discutiendo la rete con la mirada, quería saber hasta dónde llegaría todo, hasta qué punto estaba dispuesta a discutir con la señora de la casa, por lo que cuando la detalle perfectamente supe quién era ella, en la historia esta sirvienta estaba enamorada del Duque, pero el Duque jamás la noto, ella solía mostrar su enojo con Elizabeth, entregando comidas frías y hasta comida podrida, en la que solía aprovechar su poder al ser una criada de años y pisotear a Elizabeth al no ser la amada esposa del Duque, ya que según la historia Anya se quedaría en la mansión del Conde por órdenes de este en lo que Elizabeth sufre con aquellas mujeres infinidades de ve
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