— ¿Cumpliste con lo que te encomendé?— Sí, Joven Agustin. Está hecho, la Señora no tendrá problemas de ahora en adelante. —Muy bien, gracias Jose. — Me alegro de que se hallan contentando con la señora, mencionó Jose. — , ¿no está del todo convencido no es así?— Jose, yo amo a mi esposa es solo que…—Se trata de la señorita Lybia ¿no es así?— Sí, no quiero aceptarlo, pero de algún modo se me viene su imagen a mi mente y eso me perturba, quizás la mejor opción era separarnos, pero ahora no puedo retractarme luego que le pedí que no se fuera de mi lado. Peor aún lo que me tiene en ascuas es que no he sabido de ella después de su última llamada de hace como una semana, no quiero sentirme así, pero dime que puedo hacer con estos sentimientos que me queman por dentro. — Señor eso…— ¡Es ella!, ya te puedes retirar Jose. En ese momento Jose, se sorprendió del cambio de actitud que tenía Agustin en ese momento, pues regularmente cuando hablaba con su espos
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