Los siguientes días Agustín se la paso ordenando todo a detalle sobre el divorcio con Mónica sin que nadie siquiera lo sospechara. Fue entonces que luego de cinco días Agustín regresó al Hospital con unos papeles en mano. — Hola, saludó informalmente Agustín — Hola. — Bueno tal como lo pediste aquí te traigo los papeles de divorcio, fírmalos. Mónica los tomó, sin embargo, al estar casados según dicta la ley del mundo moderno debían repartir todos los bienes que tenían en común, pero en aquel acuerdo que presentaba no era precisamente un acuerdo justo para ella. — ¿Qué significa esto? — Es el acuerdo que firmaré contigo, si no estás de acuerdo no lo firmes. — Tú… maldito bastardo ¿Quién crees que eres?, dijo Mónica mientras maldecía. — Es más que obvio que tu verdugo, ¿no lo entiendes?. — Tú… ¿Acaso esa mujerzuela te instigo para que redactaras un acuerdo como este?, la verdad no me extrañaría. — ¡Cállate y firma!, no te volveré a permitir que te dirijas de esa forma a mi es
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