Nathaly estaba en el porche con su marido cuando el pequeño Yanno entró corriendo con una bolsa de plástico llena de caramelos de colores. Él estaba feliz— Mira, mamá — levantó la bolsa — ¿Puedo tomar un poco?La niñera lo siguió riéndose.— Buscó hasta encontrar a Nathaly, no pude ocultarlo — alisó el cabello de la pequeña.— Está bien, Marina — sonrió — Escoge uno, vamos a cenar dentro de un rato y no quiero que te quites el apetito con dulces.— Ah, mamá — hizo un puchero tímido.— Haz lo que dice tu madre, Yanno - habló Kostas con seriedad.Él asintió con la cabeza y salió corriendo con la niñera a cuestas. Yanno tenía casi cinco años, era muy inteligente y no se quedaba quieto, al igual que su padre. Tenía los mismos ojos que Kostas, pero su cabello era tan rojo como el de su madre. Una mezcla muy hermosa de cada uno que vino a traerles amor y paz.Durante su embarazo, Kostas no le hizo saber cómo iba el caso contra su tío para que no se enojara y solo cuando terminó le contó to
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