Los juegos inter escolares de natación se acercaban, Delfina se ponía cada día más y más a prueba y más tensa, trataba de controlar su situación emocional, cuando en el fondo sabía que no controlaba absolutamente nada. Estaba enojada, eso si ella lo sabía, enojada con su hermano, con Antonella, con el giro que dio su vida y que no se lo esperaba, pero luchaba, luchaba contra sus propios demonios en soledad. A decir verdad, no estaba sola, su madre la veía luchar y le daba pena, la veía pelear contra sus emociones desencontradas. Por momentos amaba a su hermano, por momento lo odiaba. A Ruth le preocupaba mucho los estados emocionales desencontrados de su hija, ese día llegó Marcos más temprano de la oficina y se lo hizo saber ¡Escucha Marcos hijo, debo hablar contigo sobre Delfina! – - ¿Le ha ocurrido algo a mi hermana ¿ - - ¡No, nada de que tengamos que afligirnos, pero me tiene preocupada su estado emocional! – Marcos la mira extrañada - ¿Su estado emocional ¡Delfina siempre
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