Damian entró en la habitación y se sentó en el sofá. Puso ambas manos en sus bolsillos mientras cruzaba una pierna sobre la otra, temblando rítmicamente. Miró a Arianna e ignoró por completo a Nathaniel—. Ari, tengo algo que decirte. —¿Qué es? —Arianna se inclinó hacia adelante y sonrió amablemente, pareciendo lo más gentil posible. No obstante, Damian no continuó; en cambio, dirigió su mirada en dirección a Nathaniel y frunció el ceño con impaciencia. Nathaniel, apoyándose en la mesa, sorbiendo su té, miró a Damian con una mirada inocente cuando se dio cuenta de que Damian lo estaba mirando. Los dos se miraron a los ojos por un momento y, efectivamente, el más joven no pudo contenerse más y frunció los labios. —¿No sabes cómo leer la habitación? ¿No ves que nosotros, la alta dirección de la empresa, tenemos algo importante que discutir? ¡Sal ahora! El silencio llenó el aire por un momento antes de que Nathaniel hablara. —¿Quién? ¿A mí? —Con una mirada de sorpresa, seña
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