Carlos Tome la mano de mi esposa y caminamos a donde sería la fiesta, ya todo estaba acomodado, perfecto, un pasillo lleno de luces y un arco de flores nos guiaba allí, el terreno pegado al bosque. Mire a Elisa, se miraba totalmente hermosa en ese vestido, por fin era mi esposa, lo que había anhelado por tanto tiempo. Al entrar las mesas estaban acomodadas en círculo dejando un espacio en el centro donde daríamos nuestro primer baile como esposos, la cara de Elisa era de sorpresa todo allí era lujoso a mas no poder, Nadia le había dado unos toques extras a lo que ella había elegido, las mesas largas tenían centros distintos, algunos altos otros bajos, pero en todos resaltaban espejos, objetos plata y flores celestes como referencia de nosotros, ella siempre me recordaba a ese color, celeste… me daba paz y tranquilidad, como el correr del agua cristalina, por eso siempre le regalaba rosas azules, era difícil conseguirlas por eso mandaría hacer un jardín aquí mismo y a donde fuéramos.
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