Deja de pensar en eso, Ana. No tienes nada de qué preocuparte. Ahora, ¿por qué viniste a buscarme? pregunta, y me toma un minuto recordar por qué.—Esperaba poder tomar prestado tu teléfono. Necesito llamar a mi mamá—digo, recordando la razón por la que vine a buscarla.—Oh, no hay problema—dice, entregándome su teléfono de su bolsillo trasero.Me sorprende que me lo haya dado sin dudarlo. Pensé que me preguntaría por qué acudí a ella y no al Alfa. Me preocupaba qué les hubiera dicho a todos que no me dieran acceso a sus teléfonos. Supongo que no es tan brillante como pensaba. Si quisiera aislarme de mi antigua manada, les habría dicho a todos que no me dieran un teléfono.—Gracias—le digo, tomándolo y marcando rápidamente el número de mamá. Suena durante unos segundos antes de que ella responda.—Hola, mamá, soy yo, Ana. ¿Cómo estás?—Pregunto.—¡Mi niña pequeña! ¿Eres realmente tú? ¿Cómo estás? Espero que no estés herida o lastimada.—Estoy bien, mamá. No estoy lastimada o lesionada
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