En alguna región de los reinos celestiales, dos seres se dirigen presurosos a un gran tabernáculo que se encontraba suspendido en el aire, de tras de este había un enorme arco de oro y bronce que parecía estar conectado a otro plano de existencia. —¡Gran maestro! ¡Gran maestro! — decían a voces estos seres. Sus apariencias eran extrañas.El primero tenía una piel ligeramente purpura, su cabello era oscuro y largo, un velo tapaba su rostro, de los lados de su cabeza tenía un par de alas pequeñas. Su cuerpo era muy delgado, en sus muñecas y tobillos tenía cadenas de oro.El segundo tenía una piel pálida, no tenía cabello, pero si un alo sobre su cabeza y otro alrededor de su cuello. Un par de alas salían de su espalda baja, su rostro era delicado. —Hemos sentido una perturbación en el cosmos. Decían ambos a la vez.—¿De dónde ha provenido? Pregunto él gran maestro. Su voz era profunda, pero tranquilizante. Su apariencia era la de un hombre muy corpulento. Vestía de verde y su cabello
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