Catalina Abrego Mis últimos días como solteros… aunque en realidad, no era del todo así porque ya estábamos casados por lo civil con Demian, pasaron volando con infinidad de actividades en preparación de nuestra boca religiosa que estaba puerta. Los días sí que habían volado. Entre los preparativos para la ceremonia en el lugar que eligió mi madre, donde se llevaría también la recepción, las pruebas de vestido de novia y madrinas, mi elección del pastel, arreglos de centros de mesa más un sinfín de cosas más. Trataba de hacer tiempo para mis pacientes en la clínica bajo insistentes protestas de mi adorado tormento. Ya que estaba preocupado por mi salud e insistía que por un tiempo al menos, en lo que se realizaba la boda y luna de miel no fuera a mi clínica. ¡Cosa que me negué absolutamente en complacerlo! Solo concedí menos horas para dedicarme a mis pacientitos, pero hasta ahí llegaban mis permisiones con respecto a sus peticiones que algunas veces se volvían un poco dictator
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