Durante el tiempo que permanecí fuera de la casa de la manada, sólo llegaron dos manadas, las que fueron muy bien recibidas por Emil, Darien y Beth, por lo que mi ausencia no fue especialmente notoria. La mayor cantidad de invitados no hicieron su entrada, sino, hasta llegada la tarde y posterior noche. A cada momento que podía escaparme unos segundos, subía hasta la habitación de Ayla, para ver si se encontraba bien; una gran dificultad de amar a un ser elemental, es tener la incertidumbre de si en algún momento despertará y simplemente desaparecerá. Sin embargo, para cuando fui en la noche a verla, ella estaba de pie frente a la ventana observando la Luna. Me acerqué, suavemente junto a ella y puse mis manos en sus hombros. Ella bajó la mirada. Besé su cuello y le hablé suavemente. - ¿Crees que podrás perdonarme? - … - tardó en responder – todo lo que ocurrió en el pasado, quedó atrás, Lucien. Me puse frente a ella para mirarla de frente. - Si me aceptas, seré el lobo más feliz d
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