Liya descubrió el resto con ojos de niña. Algo dentro de ella ardía, su estómago latía constantemente, pero no podía explicar la razón. A pesar de la aparente calma que le inspiraba Zhayar, sabía que estaba tenso, incluso furioso, que la prensa había sido tan voraz y ávida de información. Es cierto que Liya había tenido miedo, pero este miedo se había transformado rápidamente en una fuerza necesaria, incluso indispensable, para afrontar este viaje a Nueva York.Desdoblando sus cosas, miró brevemente el anillo que Zhayar le había dado… incapaz de mirarlo más… demasiado tímida para darse cuenta de que era real.Una vez que se recobró el ánimo, Liya llamó a su padre como todos los días, como un ritual que no quería perderse por nada del mundo. Cuando terminó la llamada telefónica, Liya vio a Zhayar entrar en el dormitorio, con el cuello de la camisa abierto y las mangas arremangadas.- ¿Está bien tu padre? Preguntó, acercándose para tomar su mano.- Está bien, un poco preocupado por la s
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