Leo se encontraba de camino al aeropuerto para tomar el avión que lo llevaría a París, donde tendría una participación como juez en un Torneo Mundial de Gamers, cuando sintió que su teléfono móvil vibraba. Al leer el nombre de quien llamaba, por un momento dudó en atender, sin embargo, tras meditar un poco, tuvo un presentimiento e inmediatamente contestó. —¿Bueno? —preguntó fingiendo indiferencia, en un intento por ocultar la emoción que le causaba esta llamada. —Hola, amigo —respondió la voz de Mike al otro lado de la línea—. Acaba de nacer tu hija. En ese momento, Leo tembló y sus ojos se cristalizaron por la emoción que le causaba tan impactante noticia. «Finalmente nació. Esto… esto es sumamente increíble», pensó el ansioso hombre, que en el fondo consideró la idea de cambiar su vuelo con tal de ir a conocer a esa pequeña personita. Sin embargo, su emoción se desvaneció al recordar que esto no sería posible. Como no quería que su amigo notara su entusiasmo, apartó la bocina
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