Al igual que la primera vez que lo acompañó, ninguno cruzaba palabras entre ellos. Patryce, más pendiente de sus manos, no se daba cuenta de cómo las fosas nasales del hombre se abrían todo cuanto podían para atrapar esa rica fragancia que desprendía el chico. Lo peor de eso era que, debido a su primer encuentro íntimo todavía en su modo híbrido, a Elliot le sería un poquito más difícil dejarlo solo. Por eso mismo, y a pesar de que estaba seguro que se negaría, tenía pensado pedirle que se fuera con él a su ático. -Te...te pasas mi apart...- señaló Patryce viendo como pasaban de largo el edificio donde tenía su casa -¿Por qué no me has dejado...- -Iremos directos a cenar- decretó Elliot sin tan siquiera mirarle. Patryce, algo contrariado, replicó: -Acabo de salir del... hospital y necesito darme una ducha, cambiarme de ropa y...- -Pararemos en alguna boutique y te compras lo que te haga falta- apuntó Elliot, ésta vez, mirándole. El joven achicó los ojos también mirando al ho
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