La situación para Sara no habia mejorado en absoluto, ella sabía que se iba a hundir en esa cárcel, aunque su esperanza estaba puesta en su abogada, el encierro tan agobiador al que la tenían sometida, estaba quebrantando su salud mental, la soledad, el desespero por no saber de sus hijos, la ansiedad y la angustia estaban invadiendo todo su corazón, para aumentar su desgracia en la cárcel de ese pueblo no habían muchas mujeres condenadas, solo unas veinte, que tal vez pasaban pasajeramente, por haber robado alguna hacienda, o por haber tenido alguna riña, pero a ninguna le daban el trato que le daban a ella, le hablaban como si se tratara de la peor de las delincuentes, eso era algo realmente inhumano.Ella solo se acurrucaba, ponía sus piernas apretadas hacia su cuerpo, y la mayor parte del día solo podía mirar hacia al frente, una oscura pared, su mirada estaba ida, ya ni siquiera lloraba, fueron tantas lagrimas que habia derramado a lo largo de su vida, que ni siquiera era capaz
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