Valery se cambió a su camisón, encendió la vela en la cómoda junto a la ventana y se sentó en su cama a esperar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a escuchar ruidos afuera en el balcón, con lo que supo enseguida que se trataba de Nehuel. Se apresuró para abrir la puerta y hacerlo pasar. Al abrir la puerta del balcón, la ráfaga de aire que entró, hizo volar su amplio camisón blanco y al ser de fina seda, la luz de la luna pasó a través de él, dejando vislumbrar su esbelta y contorneada figura. El camisón junto con sus largos rizos dorados ondeando con la brisa, la convirtieron en la visión más maravillosa y hermosa que había visto en su vida, vista desde donde él estaba, parecía flotar en el aire. De repente, la visión que Nehuel tenía frente a él, tenía un aura totalmente mística y sin darse cuenta, las palabras de la chamana habían comenzado a rezonar sin fin en su mente. Un momento después, estaba preguntándose muy seriamente si realmente ella era su Luna, si era la mujer
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