18. Micaela, todos pagamos por nuestros pecados
Nuestra semana maravillosa ha llegado a su fin, vivo en un sueño del que no quiero despertar, después de tantas cosas pasadas al fin he logrado encontrar la felicidad junto a él.Lo amaría igual si no tuviera nada que ofrecer, si fuera un simple campesino lo volvería a elegir.Volvemos a París, no es lo que había imaginado en mi mente, pero si el rey te hace llamar uno no se puede negar.Serán pocos días o eso quiero creer, en fin dónde está Armand ese será mi hogar no importa la ubicación. Aunque la actual me moleste un poco.Llegamos a la capital de madrugada, estoy tan cansada que lo primero y único que hago es meterme en la cama y dejarme llevar por el sueño.Despierto en una cama vacía, me levanto y me aseo. Bajo a la planta baja, el mayordomo me indica que es medio día, vaya porque no me habrán despertado he dormido demasiado.Ni siquiera desayuno, solo espero un poco a qué llegue la hora de la comida. Armand aún no ha vuelto y estoy un poco aburrida, decido salir a dar un paseo
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