Me dirigí a mi salón de clases a la espera de que los agentes policiales llagaran a la escuela para registrar el casillero de Adam. Al entrar el profesor me pidió que me sentara en mi pupitre para comenzar el examen. Pasó por todos los asientos repartiendo las pruebas, y por un segundo me había olvidado del examen. –Tienen una hora para resolver el examen. No quiero verlos hablando les retiraré la hoja ¿Está claro? –Sí – contestamos todos. –¡Perfecto! –Miró su reloj – Comiencen… Me puse a mirar la hoja de cálculo con los ejercicios de mates pero no sé porque no podía concentrarme para realizar las operaciones. Mi mente estaba en blanco, y si no aprobaba las materias adecuadamente y quedaba suspendido tendrían que llamar a mis “padres”, nadie podía descubrir la verdad. Quería primero ganarme la confianza de Alice, para luego decirle todo de una vez por todas; no sabía con certeza si lograría que ella me perdone, pero la haría entrar en razón luego de que le dijera toda la historia
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