Un año después Angelina estaba volteando el huevo en la sartén cuando sintió que una mano se movía alrededor de su cintura. Angelina se lamió el labio inferior, una sonrisa apareció en su rostro. —Buenos días —la saludó en un susurro ronco. Angelina lo saludo con un, buenos días mientras estaba ocupada preparando el desayuno, pero con los labios de él, ahora ocupados besando su cuello, le estaba costando mucho cocinar. De repente, su mano se metió dentro de su camisa... que en realidad era la camisa de Alexander que llevaba puesta Angelina. La piel de gallina apareció en su piel y se dio la vuelta para verlo sonriendo. Alexander se inclinó hacia adelante, su cuerpo musculoso casi la enjaula, y le susurró al oído. —Te ves sexy con mi camisa —él le levantó la barbilla con los dedos, y ella no podía apartar los ojos de su mirada magnética. —Te deseo, amor —dijo y notó el aumento de color en sus mejillas. Le pasó un dedo por el brazo y ella se estremeció con su toque. —Me gusta el
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